sábado, 27 de diciembre de 2008

La libertad es una ficción cerebral.


Enviado por Jipifeliz.

Estas han sido siempre unas de las grandes preguntas del ser humano: ¿Somos libres? ¿Podemos elegir? ¿En que medida? ¿Todo está determinado? Según la física de Newton todo está escrito de antemano. La mecánica cuántica vino a rescatarnos de esta tiranía con su superposición de estados y el papel que se dió a la consciencia en la experimentación y los estados de lo que observamos. Pero no somos del todo libres, somos exclavos de nuestras costumbres, nuestras creencias, nuestras hormonas, nuestra educación, nuestra química cerebral. Según F. J. Rubia, autor del artículo que presentamos, la libertad es una ficción cerebral.

Ver artículo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Verdaderamente interesante artículo el de Francisco J. Rubia que se deriva del experimento del Dr.Benjamin Libet que, nos lleva a pensar que el pensamiento que tenemos de la libertad en la elección de nuestros comportamientos, en realidad, es una falsa creencia, y que, como todo en el Universo, estamos determinados por las leyes de la Naturaleza. Así que, el libre albedrío pudiera ser una abstracción cerebral que la nueva neurociencia ha dejado al descubierto.

Está claro que el cerebro segrega pensamientos, así nos lo aclaró el médico francés del siglo XVIII Pierre Jean Georges Cabanis. La literatura alemana atribuye una versión renal de esta máxima al fisiólogo holandés del siglo XIX Jacob Moleschott, de quien se dice que escribió: "el cerebro segrega pensamientos al igual que el riñón segrega orina". En el clima de la época, dichas afrimaciones se hacían como ataques provocativos a la creencia religiosa de un alma inmortal. En la actualidad, las palabras han perdido su carácter incendiario y su sustancia es aceptada por la mayopría de los neurobiólogos.

En el artículo se dicen verdades, y, mientras que no puede haber conciencia sin función neuronal normal, la inversa está lejos de ser cierta.

Todos los actos de nuestra vida vegetativa, la coordinación de nuestros movimientos y muchas otras actividades complejas son gestionadas por nuestros centros nerviosos sin que nos demos cuenta de este control o incluso sin que podamos afectarlas de ninguna manera. Muchos gestos iniciados de manera consciente se transforman progresivamente, a través del aprendizaje y la práctica, en automatismos insconcientes.

La sede de la corteza cerebral, aplicada al cerebro, designa una estructura delgada y especializada que cubre toda la superficie del órgano. La corteza cerebral está constituida por una lámina de materia gris (rica en células), de unos tres milímetros de espesor, compuesta de forma característica por seis capas superpuestas.


Una densa red de arborescencias une las células de estas capas mediante un gran número de conexiones. La corteza es la sede de la conciencia, sólo las selñales que pasan a su través dan origen a las experiencias mentales, pero debajo de la corteza, numerosos centros nerviosos hacen pasar por impulsos sensoriales y motores por rutas que evitan la corteza y, por esa razón, se libran de la conciencia.

De este modo, toda la vida vegetativa se regula de una manera insconciente. Lo mismo ocurre con muchos movimientos automáticos o ilpulsos de acciones que hacemos que, nunca podemos saber a que fueron debidos, lo hicimos y así quedó. Esos movimientos insconcientes regulan muchas cosas en nostros y en nuestros comportamientos e incluso en nuestros movimientos facilaes, de los ojos, etc.

En los últimos años se ha ido completando nuestra comprensión de este funcionamiento del cerebro y se ha podido apreciar que, muchas de las cosas que hacemos están ligadas a un orden universal, o lo que es lo mismo, a unos impulsos invisibles que nos lleva a hacer ciertas cosas que, están regladas por unas leyes no escritas ( o sí) pero, que podráin estar impresas en la Naturaleza y son superiores a lo que nosotros podamos querer.

Algo superior, nos indica y obliga a comportamientos que, no siempre, son elegidos por nosotros.

Me gustaría alargarme algo más en este asunto y profundizar en este fascinante tema, y, también hablar de la química del cerebro, de sus conexiones e información, del profundo enigma que lo envuelve y, en definitiva, de como hemos llegado al punto que actualmente ocupamos en el orden universal.

Toda mi gente me está achuchando para asistir a un concierto en la Casa Colón, tienen compradas las entradas, y, si fuese por mí, seguiría con el comentario que me seduce más que la música que me ofrecen, sin embargo, tengo que cumplir con la familia, así que, amigos.

Puede que no sea este el último comentario que sobre este interesante tema deje aquí, ya que, este, no ha quedado terminado a mi gusto.

Anónimo dijo...

He regresado del concierto que, ha estado bien, es una orquesta rusa que vienen por estas fechas a ganar unos rublos, y, después de escuchar las bellas sinfonías que, en verdad, elevan el espíritu, las ideas cardinales de verdad, belleza, bondad y amor que han alimentado durante milenios, las meditaciones y las discusiones de los filósofos, en verdad, en situaciones así, en las que te ve sumergido en elevadas y exquisitas muestras de las que somos capaces los seres humanos, me doy cuenta de que, en realidad, nuestro cerebro tiene, según la situiación del momento, sus propios caminos que, muchas veces, no son los elegidos por nosotros de manera consciente.

Me remonto hasta los antiguos griegos, una cuestión fundamental ha sido, como Platón propuso en su famoso mito de la cueva, si estas nociones existen fuera de nosotros, a la espera de ser descubiertas. ¿O acaso son el producto de la invención humana, creaciones de la complejidad creciente de nuestro cerebro, destellos que a veces llamamos imaginación?.

La ciencia moderna está aportando valiosos elementos nuevos a este debate y nos revela que, nuestros encumbrados ideales tienen taices humildes. Cada una de las abstracciones de los filósofos, nos dice la ciencia, parece orioginarse a partir de fenómenos ancestrales que empezaron a manifestarse mucho antes del advenimiento de la especie humana y se desarrollaron gracias a ventajas selectivas relacionadas con su aparición y, en las que, nosotros mismos, nada hemos tenido que ver, ha sido la Naturaleza la encargada de dirigir la orquesta.

Nuestra búsqueda de la verdad puede surgir de actos manuales y simples, nuestra aspiración por la belleza a partir de sensaciones viscerales inferiores, nuestra búsqueda de la bondad, a partir de necesidades sociales prácticas, y nuestra ansia de amor, de primitivas estrategias de supervivencia.

En cada caso, los rasgos se han desarrollado a través de una larga sucesión de cambios genéticos, que la mayoría de las veces afectan al cerebro, que la selección natural conservó porque contribuían a la supervivencia y reproducción de los individuos afectados y de sus parientes. El éxito de estas ideas es puramente pragmático, y de ningún modo da fe de su autenticidad.

Quiero decir con todo esto que, es verdad que la Naturaleza nos manipula. ¿Quién podría explicar el comportamiento de un enamorado?
Ni él mismo, conoce la reacción que tendrá en el minuto siguiente que, lo mismo matará por celos que, se verá elevado hasta lo más alto y sublime por una simple caricia de su amada.

No es fácil saber. Conocer nuestra realidad última a través del estudio del órgano más complejo y desconocido de nuestra especie: el cerebro.

LOs avances de la ciencia están proyectando una nueva y perturbadora luz sobre la condición humana. Los seres humanos muestran una serie de rasgos que los distinguen: pensamiento racional, junto a la capacidad de analizar, concebir y comprender ideas abstractas, la capacidad de experimentar y expresar emociones estéticas, el sentimiento de responsabilidad moral, el poder del amor, la curiosidad, el ansia de saber, la imaginación. Toda la estructura de la civilización Humana está construida sobre estas cualidades. Sin embargo, muchos son los cabos sueltos que no sabemos explicar, y, desde luego, el libre albedrío, al menor yo (como el Prof. Libet ha podido descubrir), no estoy seguro de que en realidad esté presente en nosotros que, en la mayoría de las veces, no somos capaces ni de dejar de fumar en contra de nuestra propia voluntad.

Es todo muy complicado, y, sin embargo, la especie humana, tiene su futuro en sus manos...claro que, siempre que no se salga del guión que le marca la Naturaleza.

emilio silvera